Busco un amor a ciegas, alfarero
fecundo, rayando a lo sorprendente
que sacuda las cuerdas dulcemente
de un corazón con nobleza de cordero.
Que apague con sus rayos de lucero
las nostalgias que habitan inclementes
las raíces obscuras e insolentes
que sangran el latir de un prisionero.
Que rompa la carcasa endurecida
donde reposa mi alma lisonjera
y se cultiven idilios en la hoguera
que despierta tu alma presentida.
Que arda en las colinas prometidas
que tú, mujer, con ansia mía, esperas
deshacer las cadenas, si quisieras
y cerrar para siempre mis heridas.