SILVIA AQUINO

El mirlo y el humano

 

El mirlo y el humano

 

Un pequeño mirlo en la mañana

trataba de enseñar a volar a su cría.

 

Ella lo veía desesperada,

con su pensamiento matinal:

¿qué haría, sin cola? ¿qué haría

con tan pequeñas alas?

 

No podría defenderse,

ni del gato, ni la ardilla

feroces que fácil

podrían tragarlo.

 

Era tan débil, tan indefenso

y tan tierno, que la madre

solo piaba:

¡vamos, esfuérzate, vamos!,

No te puedo cargar para regresarte

a tu nido.

 

La pobre madre lloraba desesperada.

“Haz tu deber”, le piaba,

“debes volar”,

buscarás tu propia rama,

porque si no, tu vida terminará…..

 

El pequeño mirlo empezaba a saltar

con sus patitas, lento, torpe…

Cuando la madre cantó fuerte,

el padre mirlo se acercó.

Dos pudieron más que uno.

 

Entre ambos, con sus poderosos

piquitos atraparon al mirlito

cada uno en cada ala

y lo llevaron al nido.

 

Los mirlos jamás cortan las alas

a sus polluelos:

saben que sin ellos no sobrevivirán.

 

En cambio, los humanos, amarran

con sus cordelejos talibanes

a los pequeños

para cortar sus alas

y someterlos a su yugo.  

El humano perdió el concepto de libertad.