Habíamos tratado de entender cuál es el punto máximo de comunión:
Entre nosotros dos hay una distancia abismal
es en ese sitio
solo, triste y melancólico
en el que late
una y otra vez
el orgasmo más intenso e interminable qué ambos podemos sentir
Es animal,
tan primitivo qué ninguno de los dos sabe que existe
hasta que llegamos al punto exacto.
Discutimos
porque te asfixio, porque me asfixias
porque me cuidas, porque te cuido
porque no te entiendo, porque no me entiendes
y estamos los dos
niños, heridos, abandonados
y estamos juntos
rescatándonos
Perdemos el control,
y tu alma y la mía se contraen,
hasta que ambos nos vemos en nuestros estados más infames
furiosos, hiriéndonos hasta la muerte
en ese estado en el que ninguna otra alma nos ha palpado alguna vez
llorando, gritando, con pensamientos atroces y profundos
con gritos qué te desgarran la garganta
con esas ideas que sabes son falsas y dices con toda intención de maximizar
de dañar
qué te miren
qué te escuchen a como dé lugar
y así estamos,
dándonos lo más obscuro de nosotros
¿Y con quien más va ser sino contigo?
¿A quién más voy a mostrar mi desnudez?
nadie sabe cómo quitarme la ropa, como lo haces tú, amor mío
nadie más sabe tanta obscuridad y melancolía qué habita en mi
sólo tú
sólo contigo estoy seguro
Ahí todo se afloja,
quizá si nos gobierna la intensidad vuelve a apretar, hasta que nos quedamos sin aliento
desnudos y ambos con la batalla perdida
mostrando nuestro ser por completo
llegando al punto máximo de comunión
al tiempo en que sólo somos
existo, existes, coexistimos
¿Cómo no querer existir sabiendo que estás vivo?
¿Y cómo no ser yo si no es contigo?