No hay amor sin enamorados,
se afana el cielo y cae la tormenta
muere mi corazón desangrado,
mientras corre una brisa fresca como menta.
El amor esta de luto,
por mi ausencia se lamenta,
por no poder hacer que este bruto
caiga en su trampa por más que lo intenta.
No ha puesto una buena presa,
para que yo tentado me sienta,
quizas un día me atrape de sorpresa;
poniendo en camino una tan bella y humilde como Cenicienta.
O si por el camino andaré,
ya con mi lengua sedienta,
quizás alguna, agua del pozo como Raquel me brindaré,
y con el néctar de sus labios me tienta.
Surge una esperanza perdida,
mi alma vuelve a estar contenta,
ya apareció la Reina de mi vida,
me siento como un joven de Veinte, aunque soy Viejo y Pendejo… y tengo más de Cuarenta.