Oh, amada mía no te quiero oxidada,
paralizada, ni enmudecida en un arca,
quiero seas libre y vueles
como Benedetti, Neruda o Belli.
Quiero volar contigo, ser tu magia
el destino inequívoco de que aún vives,
tú corazón latiendo, buscando nuevas metas
conmoviendo mi alma de pasiones delirantes,
pasajes bellos que, estremeciendo mi alma
se convierten en pluma.
A ti receptor de mis anhelos, subyacentes
en mi sustancia gris, dejando desnudo
mi sentir, quiero que seas sentimiento,
un ave volando por el desierto, una caracola
con el eco de las olas del viento.
Quiero latir, encender tu aura,
recorrer tus sueños, soñando soy tu,
y tú eres yo,
y eso quiero, soñar como la bahía sueña,
con sus colores de cuento,
con sus hadas, con sus sentimientos.
Amada mía, no me dejes,
quiero ser fuego, constelaciones infinitas,
viajar por el tiempo, adorarte,
cómo mi Dios interior te adora,
convirtiéndote en divinidad de los silencios.
Eres mi adorable pleitesía,
mi dama, mi musa,
la que se bebe la felicidad conmigo,
la ingravidez, la incomprensión, a veces,
de nuestros vecinos.
Chirriamos mucho, tan locos estamos amiga,
quiero seguir disfrutando contigo,
hasta que el sol se apague
y nos vayamos a la eternidad de los sueños.
Pero quiero llevarte conmigo.