Hoy he desayunado
beso con cruasán.
La media luna de tus labios,
¡hojaldre perfecto!
me ha sabido a dios
y a mantequilla.
Te he mirado a los ojos;
los tenías cerrados,
como quien duerme o quien ama,
y, por un instante,
cuando los has entreabierto,
he adivinado en ellos
un valle de Asturias
y el mar de Bretaña.
Luego he dado un sorbo
de café con leche
y la corteza crujiente
se ha ido deshaciendo.
Ha seguido el beso,
largo y sabroso.
¡Así se empieza un día!
¡Con pie derecho!
... ... ...
Miro mi sombra,
o dentro de mi;
percibo tu inequívoca
presencia con sabor
a cruasán
y me digo:
¡no es un sueño!,
¡he desayunado como un ángel
en la boca de otro ángel!
He sonreído.
Mi ha colpito il cuore
el recuerdo,
o ça m´a touché.