Y así como me entregas los más puros placeres,
así te entregaré de la poma jugosa
la mejor embriaguez que salga de su jugo.
Tus ósculos rojizos enarbolan mi boca
zalamera, mi numen… Tiembla el hombre, mi hombría,
por tal exquisitez naciente de tus bembas.
Reverberas encantos, paradojas abstractas,
¡me entona melodías tu lengua amartelada…!
¡Oh!, vibran en fiel tempo, estás mis poesías,
plasmadas en tu piel; “Sonatina de estío”,
Simplemente dos cantos… El súmmum del vergel.
Y, “al igual que una nota musical,
en ti coordino la balada ajustada a mis delirios…”