Te miro a lo lejos, como la luz de sol;
masiva, iluminando el cielo, inventando el día.
Cayendo en la trampa de un simple suspiro
mi aliento libera un fragmento de tu nombre.
Eres un capullo lleno de deseo
lleno de un dulce influjo, sangre morena
llevas en tus pistilos la sangre de Afrodita,
la sangre de Leto recorriendo tus muslos.
Tus poderosas caderas hierven
madura de senos, floreciendo de pasión;
llevo dentro de mi alma una estaca
y por las noches tu silueta me atrapa
en la engañosa flor de tus adentros.