Qué tendrá tu mirada que tanto me embelesa,
horizonte escarlata... tarde clara.
Con tu abanico de etéreas antorchas
en rojos y amarillos infinitos.
Más néctares de otoño
entre ramas secas y divinos ojos.
Y que junto a los violines del viento,
conforman un regalo eterno.
¿Cómo podré expresar este milagro,
con pinceles poéticos
en los pergaminos del viento?