El año continúa,
la Navidad ya pasó,
el verano o el invierno
(donde ahora estés)
también pasará.
El 14 de febrero (por suerte)
también está concluyendo.
Todo, tarde o temprano
se agota, se acaba, muere.
Incluso la ilusión
de pretenderse vivo.
Solo el cambio
permanece constante.
Tú, yo, nosotros,
fuimos, somos, seremos.
Y una certeza inevitable:
un día dejaremos de serlo.
Por eso, en tanto
se acaba tu tiempo,
móntate sobre las horas,
navega contra la corriente
y deja huellas en el día;
esto hará que la travesía
parezca no tener fin.