Tú, mostrándome mi vía
creyendo yo, que una puerta abría
me diste fiero rayo en su luz pura
y me colmaste
de tantísima anchura
que ni nubes, ni horizonte, ni cielo
impedíanme entregarme
al norte, sin deseo ni suelo
Mis pasos solo andaban
en felicísimo vuelo
Si respondo a donde estaban
diría que en una Nada
donde la existencia
late enamorada
por saberse unida eternamente
al Dios
que mora en el presente