¿Quién habrá sido
elegido jefe?
¿Quién ostentará
el cargo de velar
por los demás?
¿Tal vez
tú?, carcomida cicatriz
-radiografía de encina-,
o quizás el vistoso
pájaro-roedor,
¡no, no!,
tú habrás quedado
para construir el túnel
de fuga.
¡Ah, ya sé!
El señor Abubilla,
con su cresta de pico
y sus bombas péptidos.
Aunque…
pensándolo bien
en la retaguardia
estarías mejor situado.
Porque
el campesino de verano
-si recupera su hoz-
constituirá
infantería de acero.
¿Y tú?
Trotador
con dientes de leche.
¿Te ves capacitado
para
mandar.
Seguramente
el regazo de tu madre
será tu puesto.
¿Y el otro campesino?
El de invierno
-rudo, fuerte-,
lo dejaremos como
muro de contención.
El negro manto
nocturno,
con sus miles de puntos
de referencia,
será mapa inequívoco.
Porque la huida
será
de noche ¿verdad senda?
¿Y tú
fino cristal?,
quedarás
para borrar las huellas.
Sólo quedas tú,
deslumbrantemente redondo.
Pero… la operación ¿no
buscará
las sombras de la noche?
¡Ah, ya lo creo que sí!
Descubrí
Tu juego, jefe-Sol,
pretendes guiar a los tuyos
-como los grandes jefes-,
desde
la oscuridad.
Difícil
empresa, más inténtala,
con los brazos abiertos
os recibiré
uno a uno
y os daré la mano
como honrosos
héroes de guerra.