La penumbra se viste de senda:
es ella quien acompaña mi lira.
La poesía se viste de aurora:
es ella quien acompaña mi vida.
A veces basta papel, lápiz, goma
abejas, abejorros, avispas
palabras que en mi testa desfallecen
para, cual baraja, darles salida.
En la soledad de mi habitación
bajo las lumbreras del trabajo
azaroso Kairós de Sol a Sol
escribo sin parar mis altibajos.
Es el espíritu del tiempo
clima y masa de una nueva era
coro y eco, harto de callarse
lo que la humanidad reniega.
Lo simple, lo bello, sexo, amor, vida
naturaleza, muerte, día a día, tú y yo.
“Cien mil millones de poemas”
al estilo ¿de quién? De Raymond Queneau.