José Valverde Yuste

Amor 18 : Antorcha Encendida

Paseando por la ribera del arroyo
entrelazadas las manos como nubes en el cielo,
oyendo el sonido cadencioso del agua en su triste camino
hacia ninguna parte, en su discurrir
entre guijarros centenarios, que va acariciando,
desgastando, las piedras enamoradas del cauce.

Al fondo vasto y solitario
el sauce con su caverna,
y la roca sollozando a la espera,
lugar idílico donde enciende nuestra antorcha.

Donde las miradas se confunden con luceros,
y un olor a jazmín, envuelve el lugar de mágico misterio;
cantos celestiales amparan nuestro lecho.

Allí fuimos a sembrarnos de nuevo,
a enraizar nuestros sentimientos,
nos imbuimos en nuestros juegos amorosos,
tú me desnudas, cómo desnuda el viento
los árboles en otoño,

Tú, mariposa con tu belleza,
haces temblar el iris de mis ojos
y con esos labios, puro deseo carnal
para mí boca; suavemente besas mi cuello
de terciopelo , haciendo que vea estrellas en el cielo,
frío en mis entrañas y la tierra se va humedeciendo.

Mariposa me acaricias ardientemente
como el sol a la pradera, me desnudas de razón,
me elevas hasta el paraíso de Adam,
donde no hay serpientes ni castigos,
caen rayos dulces de semblante bello.

Tú, mariposa silenciosa, con manos de seda
revoloteas sobre mi cuerpo, circundas
la oquedad de mi vientre, el principio de mi vida.

¡Oh, mariposa! cuando buscas
en mi pistilo el polen de vida,
succionando como un motor
succiona el agua del pozo,
un relámpago pasa por mi mente.

¡Oh mariposa!, qué deleite sientas la explosión
de mi crema en tu lengua,
sentir que me llevas dentro
por la eternidad de los tiempos,
que tú cuerpo y el mío, se han juntado
en un abrazo eterno.

Oh , amor mío qué momento más sublime,
ya me había olvidado
del trinar de los pájaros
y el discurrir suave, del arroyo milenario.


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