Estoico,
Grave,
Empático,
Sobrio,
Es el Ser y la Grandeza,
Su Elegancia, Delicadeza y Conocimientos Supinos
Salva las Almas
que en Angustia Recurren a Él.
Su Nombre Sólo
Embiste de Sabores Fragantes y Frescos
a quienes como Yo,
No han Aprendido Jamás a Vivir.
Entre la Oscura Oscuridad que por Veces,
Enloquece,
entre Vientos Huracanados
y Pensamientos de Hielo,
entre las Brasas de mi Cegada Memoria
Allí lo Encuentro,
Allí, Siempre Está...
Su Voz Pausada,
Su Honor Intachable,
Su Comprensión
hacen de Él un Ser de Luz
que Alumbra mi Espíritu.
Vuelvo a Sentir, ese Sentir
que Jamás se Escucha:
la Tranquila Tranquilidad
de mi Alma,
que se Mece al Compás
de su Nombre Admirado:
¡Es el Doctor Eduardo Grande!
¡Mi Eterno Agradecimiento, querido Doctor!
(Patricia)