Brian Carmona

PRINCESA DEL WHISKY

 

En la penumbra del salón, entre luces y reflejos,

reina la princesa, en su trono de sueños viejos.

Con su mirada profunda y su risa embriagadora,

encanta a los corazones con su gracia seductora.

 

En su mano la copa, testigo de su dominio,

el líquido dorado, su trono, su destino.

Con cada sorbo una historia de desesperanza,

la princesa del whisky va en su danza de venganza.

 

Es joven, bonita, simpática y resplandeciente,

pero traicionaron su corazón injustamente.

Ella solo quiere olvidarse de su nombre esta noche,

no piensa regresar a casa, hoy no llevó coche.

 

Pretende que la música embriague sus sentidos,

buscando la medicina para los corazones heridos.

La princesa del whisky, en su trono de nobleza,

encarna la pasión y el encanto con delicadeza.

 

En su reino de sonrisas y aromas embriagadores,

se sumerge en el misterio de los sabores tentadores.

Con cada brindis, enaltece la noche y su esencia,

la princesa del whisky no ejercerá resistencia.

 

Encontró a alguien y eleva la noche a un nuevo nivel,

no busca alguien que la escuche o le regale un clavel.

Ella solo quiere dejar fluir lo que le dicta la piel,

pues ya no tiene a nadie a quien le deba ser fiel.

 

Los versos de sus labios son cuentos de encanto,

se cansó de estar en su cuarto desolada llorando.

Sus rubios cabellos y sus ojos claros son un deleite,

su moral y sus impulsos son como agua y aceite.

 

Es joven, bonita, simpática y resplandeciente,

pero traicionaron su corazón injustamente.

Ella solo quiere olvidarse de su nombre esta noche,

la princesa del whisky ha subido ya a un coche.