Ese abrazo envuelto en fuego
tuvo la fuerza de los mundos
-tanta fuerza guardada-
y la contundencia de un abrazo
de año nuevo
que tanto bien me hace;
fue el acercamiento fragoroso
de dos volcanes activos
y dos latidos terráqueos profundos;
mientras mis labios hacían lo suyo
-sin avisarme-
en alguna parte de tu piel,
mis brazos ceñían tu cuerpo
los tuyos apretaban el mío,
y tus labios deshojaban pétalos rosados
que destellaban en la noche
con su cálida luz de ilusión
alegría y esperanza.
Bolívar Delgado Arce