Dios no creó este mundo.
Este mundo lo creo la carne.
¡Ya! que la mente desencarne
De este espanto inmundo.
Dejar de ser un vagabundo,
Dejar este sueño de muerte,
Aunque el lloro sea fuerte
Y volver al Reino celestial
Sin opuestos de bien o mal,
Donde el origen se revierte.
Es la carne como un sueño
Que falsa realidad ofrece
En todo lo que acontece
Hace un devenir pequeño.
Alejado de quien es dueño
De la realidad suprema
Inefable al fonema
De esta vana ilusión
Del dormido corazón
Que se cree anatema.
Dios no está aquí.
No está en el aire que respiro.
No está en todo lo que miro.
Está cuando vuelvo en sí
Y que dejo este frenesí
De idea enloquecida
Que quiere pasar por vida
Y que en sí es inexistente,
Solo un sueño de la mente
Que su identidad olvida.