La inspiración que siento tras haberme rodeado de buenas personas es sublime. Quizá porque su energía pura me ha atravesado y me he reflejado en sus ojos una vez más, así como ellas en los míos. Exaltación cuando creo que mi presencia inspira, quizá porque escucho más que hablo, la vida me hizo madurar temprano... Ahora soy como el 21 de julio de 1999.
Conozco para conocerme. Esto es interminable y se llama vida, nace sobre la muerte. Es un suspiro la humanidad. Por ello, galopo las vías de la pasión con el tren del alma, tan diferente y único en cada ser... y en los mil momentos y caminos que invitan a su transformación para garantizar que esta existencia, que emana de una mirada, se conozca así misma en el devenir de un presente eterno. Cuántica es la física que avala mis palabras para aquellos que aún piensan que toda la vida es ciencia, cuando la ciencia solo es una parte de la vida. Abrirse a otra forma de mirar hará soñar con nuestra libertad. Y la confianza nos mantendrá los ojos abiertos.
Nos unen más cosas de las que nos separan, pero nos dejamos sembrar por el rechazo, por el odio... Como si no viniésemos de un vientre. Como si nuestros antepasados no hubieran caminado descalzos por las sierras que nos calman. Cooperar, socializar, empatizar... llenará de suspiros humanos el mundo, mientras las aves surcan su mirada dichosa de una tripa llena y un cobijo donde desarrollar el espíritu divino que nos habita.
Ideas envenenan. Ni si quiera son nuestras, el odio es su negocio. Pues sin amor no hay alternativas que los bajen del trono.