Oyó mi voz que tocó su oído,
tal vez deshabitado, y añorando
un sonido de amor.
Fue resonancia de guitarra que llenó
un vacío dormido.
Tembló en su interior ese canto
al que había cerrado sin cerrojos
su propia alma…
Y respondió con su voz,
intacta melodía de mujer apasionada.