Cuando ya no respire y no tenga el aliento,
ni el calor de los soles ni el pesar de la vida.
Cuando ya yo este fría y me arrope en el viento,
no estés triste ni llores si llegó mi partida.
Al final de las horas que disfruto contenta,
mis flores seguirán expandiendo su aroma
sobre campos dorados, donde la calma aumenta,
donde dejo de mi alma una blanca paloma.
Cuando ya haya partido y cremados mis restos,
esparce mis cenizas en la cima del cerro.
Te dejo mis renglones mis versos que modestos
se quedaran desnudos en mi ataúd de entierro.