Cada vez que te miro junto a mi, Siento la presencia de Dios a mi lado, Se llena de gozo mi corazón al revivir, El milagro divino de haberte encontrado, Tras ese tiempo difícil que me toco vivir, Cuando el cruel enemigo, de mi vida te había alejado. Aún duele recordar aquellos momentos de angustia, Aún se escapan las lágrimas sin permiso, Aún siento el escalofrío del miedo por tu partida, Aún el corazón se rompe en pedazos por lo vivido. Hay veces que el temor invade mis pensamientos, Que me acorta la respiración al pensarte lejos, Fueron instantes tan llenos de dolor, Que pido a Dios jamás repetirlos, Mori en vida, con el corazón dividido, Tanto que creí no poder resistirlo. Fue solo el amor infinito de mi padre celestial, Quien me mantuvo de pie, tras el calvario de tu ausencia, Fue solo su mano poderosa que me levanto cada día, De la dolorosa espera de tu llegada, Me dio motivos para continuar, En medio del dolor me puso a prueba, Para glorificar su nombre, al regresarte a mi vida. Hoy que a mí lado estás, me siento bendecida, Cómo aquel bendito día que llegaste a mi vida, Te ame tanto aún sin conocerte, Y hoy te amo más, por eso pido a Dios que te bendiga, Que me permita ir de tu lado para guiarte, Hasta el final de mis días, Y si un día mi luz se apagará, Me permita ser ese ángel, para cuidar de ti eternamente.