Voy consumiendo mi aliento
al ritmo que el reloj va desgranando sus horas.
Me voy hundiendo en la sombra
que cubre el mundo donde desaparece el tiempo.
Allí donde yo canto, sólo se oye el silencio.
Me voy haciendo pequeño
a razón del desarrollo de mi expiración
y crece mi desazón
cuando la luz de guía me arrastra a los infiernos.
Allí donde yo canto, sólo se oye el silencio.
Mi voz es voz de lamento
al amparo de los espectros desanimados
que conquistan, miedo en mano,
la vida de aquellos que sólo viven desvelos.
Allí donde yo canto, sólo se oye el silencio.
Tengo heridas en mi cuerpo
que sangran el dolor venido de una tormenta
y mi pesar se acrecienta
conforme vencen al sol las nubes en mi cielo.
Allí donde yo canto, sólo se oye el silencio.
Por siempre viví dispuesto
a tus designios, tus venturas y tu existencia,
más todo era una apariencia
tan hermosa como la canción del desespero.
Allí donde yo canto, sólo se oye el silencio.