Pamplum

Secreto Café

Había un pequeño café en el centro de la ciudad, discreto pero acogedor, donde solía refugiarme cuando necesitaba escapar del bullicio y el estrés diario. Ese lugar se había convertido en mi secreto de paz, mi oasis en medio del caos.

 

En ese café, había una mesa en un rincón apartado, rodeada de estanterías repletas de libros antiguos y cuadros misteriosos. Era mi lugar favorito, mi refugio personal donde podía disfrutar de un buen café de grano y perderme en mis pensamientos.

 

Pero lo que más disfrutaba de ese lugar no era el café ni la tranquilidad que me ofrecía, sino las conversaciones profundas y apasionadas que tenía con una amistad prohibida. Éramos cómplices de secretos y deseos contenidos, atrapados en momentos sin testigos.

 

Nuestras tocadas perfectas privadas se convertían en rituales sagrados, donde nuestras almas se encontraban y se llenaban como una batería con la energía de una pasión prohibida. Éramos dos almas perdidas en un mar de emociones, buscando consuelo el uno en el otro.

 

Pero aunque sabíamos que nuestra amistad estaba prohibida, no podíamos resistir la tentación de seguir siendo cómplices en aquel pequeño café. Ese era nuestro lugar sagrado, donde podíamos ser nosotros mismos sin miedo al juicio de los demás.

 

Y así, entre conversaciones en voz baja y miradas furtivas, encontramos la paz y la complicidad que tanto anhelábamos. Aquel pequeño café se convirtió en nuestro refugio, donde podíamos ser libres de sentir y expresar lo que nuestros corazones dictaban.

 

Y así, en aquel rincón apartado, entre libros antiguos y cuadros misteriosos, vivimos una historia de amor prohibido que quedó marcada en el alma para siempre. Y aunque el mundo seguía girando a nuestro alrededor, en aquel café éramos eternos, inmunes al paso del tiempo y al juicio de los demás.