El paciente impaciente
La cama en que descansas le llamas dulce lecho
y en ella das las quejas y tramas peticiones.
¿Qué tienes que te ofende la sombra del derecho?
¿Acaso a ti te acusan los nobles corazones?
En ella te entristeces después de cada trecho,
¿te olvidas que en ti duermen aquellas emociones?
No seas impaciente, ¿qué sientes en el pecho?
La buena medicina no trae maldiciones.
Por eso cuando lloras se acerca todo asedio
con labios de enemigos y boca de remedio
dejando como adarga la aurora de cristal.
Las manos que te oprimen son parte del quebranto
y dicen con soltura ¿por qué protestas tanto?
Del alma atormentada la cura es celestial.
Samuel Dixon