Camino tras camino,
Vereda tras vereda,
A un bosque hermoso,
Va, cereceda.
Entre pueblo y pueblo,
Anda un mulo,
Portando,
En sus alforjas,
Un corazon,
Enamorado.
Personas,
Encuentra a su paso,
Que gentilmente,
Saludan,
Al hidalgo caballero,
Con cortesía y amistad.
Que camina,
Hacia un divino lugar,
Donde las flores,
Prosperan,
La arboleda,
Da fruto,
Y su dama,
Crece bella,
Hermosa,
Como una rosa,
En primavera.
Engalanada,
De grana y oro,
Acompañada,
Del rey sol,
Un lindo,
Rostro muestra,
Al caballero,
Hipnotiza.
El buen hombre,
Cantaros transporta,
Llenos de amor,
Sus ojos,
Y su corazón,
Hace que el hidalgo,
De gracias a dios,
Ante tal hermosura,
Hallada.
Recorrido el camino,
El caballero,
Decidido,
Algo bueno,
Ha crecido,
Un amor,
Por una dama,
En un paisaje florido.
El radiante sol,
Y la brisa,
A mi señora,
Pretende,
Celos tengo,
Cuando su rubio manto,
Te acaricia.
Los pajaritos,
Le cantan,
Las ardillas,
Le observan,
Y en su oreja,
Suaves melodías,
Susurran,
Con cariño,
Y amor.
La naturaleza,
Te arropa,
El suelo,
Te acaricia,
El sol,
Peinándote está,
Esos lindos cabellos,
Que deseo acariciar,
Linda mujer,
Que a sus pies,
Me postro,
A dios le pido,
Que un día,
En la lontananza,
Y con el tiempo,
Que mi sueño,
Se haga realidad,
Se convierta,
En felicidad.