Rafael era un habitante de la ciudad, un hombre de noble cuna pero de gran humildad.
Amaba tanto la tierra, siempre soñando con ser granjero, deseando simplemente cultivar sus grandes bondades.
Sintió una gran felicidad por tener a su lado a la mujer que amaba; la vida iba bien hasta que un día un tornado lo visitó.
Todo se perdió, su vida fue destruida, dejándole un dolor y un profundo descontento en su interior, incluso la mujer lo dejó, regresando al lugar al que ella pertenecía.
Se esforzó por no ceder a la adversidad, no obstante sentía que la vida sin ella no sería igual, por lo que optó por emigrar,
eligiendo un camino sin destino, viajando sin saber dónde.
No tenía idea de lo que era el hambre o la sed, pero ahora ya no poseía nada. Ni una gota de agua ni un trozo de pan, y llevaba días sin comer.
Estaba a punto de acostarse y morir, cuando de pronto una luz brillante cayó desde arriba justo a su lado.
El objeto brilló como un sol y todo se iluminó; aterrorizándolo.
Antes de que pudiera comprender lo que estaba pasando.
—Sonó una voz:\"No temas, Rafael, soy un ángel del señor y he venido a ayudarte\".
Sin embargo, esto solo le inspiró más miedo, ya que esta criatura sabía su nombre.
—Rafael, confundido, dudó de su cordura y gritó: \"¿Por qué está pasando esto?\".
Entrecerrando los ojos ante la intensa luz, Rafael pudo ver una forma humana en el interior, con brazos, piernas y, fiel a las palabras de la criatura, pudo ver las alas del ángel.
Sin embargo, el ángel parecía herido de alguna manera y no derramaba ni una gota de sangre.
El ángel, con las alas rotas, exclamó:
\"Pequeño mortal, por el momento no puedo volar.
Por favor, déjame apoyarme en tu espalda y seguir adelante.
No te inquietes, aunque mi energía está baja, mi vara te protegerá de cualquier calamidad.
Saciaré vuestra sed y no pasaréis hambre mientras estéis en mi compañía.
Cuando mis alas estén curadas, te divulgaré un gran secreto\".
Una gran emoción brotó en Rafael, ya no sentía miedo en absoluto.
Se sintió honrado de ser elegido por un ángel y se maravilló de la criatura.
Pasaron los días antes de que el ángel volviera a hablar mientras caminaban en silencio.
Cada vez que hablaba, el aire resonaba como el zumbido de miles de abejas.
El ángel habló:
“Rafael, gracias a tu ayuda, mis alas ya han sido completamente curadas.
Mi misión se acerca a su final, pero la tuya apenas comienza.
Ahora mismo te revelaré el secreto que te había prometido cuando nos conocimos.
Pensaste que no tenías un destino, pero en todo este tiempo ya tienes un lugar a donde ir.
Pasaste una prueba, desde ahora debes continuar solo y seguir tu nuevo camino.
Tres veces tropezarás con la misma piedra hasta que finalmente te darás cuenta de que nada cambiará.
Tu viaje siempre será muy largo.
Tu viaje siempre estará lleno de dificultades.
y aún queda mucho camino por recorrer,
solo te digo:
en tus venas corre la sangre del gladiador\".
Rafael, asustado por estas noticias, no era lo que esperaba y de inmediato habló:
--Ángel mío, perdóname, creo que me has confundido, ni siquiera soy un verdadero granjero, menos sería un guerrero.
El ángel respondió:
\"No te preocupes, mi pequeño mortal, aunque no podrás verme, siempre estaré a tu lado.
Además, más allá del otro extremo del mar,
\"justicia + espera\", y en una misión en la que crece una imponente palmera, encontrarás respuestas en sus raíces más profundas, que te conducirán a tu destino final.