TENGO UN SEDIENTO ARDOR DE PRIMAVERAS
Tengo un sediento ardor de primaveras
aleteando por los pasadizos
que de mi percepción han florecido,
oyendo voces de un claro infinito,
oyendo voces que antes nunca oyera.
Poco a poco septiembre fue apartando
la hojarasca sombría ya empapada
con mis lágrimas, mis lágrimas malas,
que hacia su propio mar se deslizaban
y siempre liaban lo dulce y lo amargo.
Mas hoy, que tantas veces han gastado
las espadillas del reloj su marcha,
veo entre sombras la alegría larga
y un horizonte, y un sol escarlata,
donde existe lo que solo he amado.
Poco a poco septiembre fue apartando
las brumas grises del saber escueto,
y al descorrerse aquel velo a lo cierto
esplende la vida en su manifiesto
de no desmayar y seguir amando.
Ángel Alberto Cuesta Martín.