Reb Liz

El Profesor que me enamoro: CapĂ­tulos 9, 10, 11, y 12

Capítulo 9: Un Despertar Especial

 

El sol de la mañana acariciaba mi rostro mientras abría los ojos lentamente. Me encontraba en una cama cubierta de pétalos de rosa, esparcidos por la arena de la playa. A mi lado, estaba James, mi profesor, durmiendo plácidamente. Su cabello despeinado y su rostro tranquilo lo hacían lucir aún más guapo.

 

Comencé a besar su frente y a darle pequeños besos en los labios, despertándolo con cariño.

 

- Buenos días, guapo - dije con dulzura.

 

- Buenos días, preciosa - respondió él, dándome un beso en los labios. - Qué encanto despertar así.

 

Sonreí ante sus palabras y le pregunté cómo había dormido. Nuestro encuentro de la noche anterior había sido increíble, y quería asegurarme de que él también lo había disfrutado.

 

- Muy bien, gracias a ti, preciosa - respondió él, acariciando mi cabello.

 

Mientras conversábamos, nos dimos cuenta de que estábamos en una playa privada, solo para nosotros dos. James me explicó que era su playa y que podíamos disfrutar de ella en privacidad.

 

Decidimos levantarnos y buscar algo para comer. James me propuso ir a la casa y preparar algo juntos. Mientras nos dirigíamos hacia la casa, me di cuenta de lo hermoso que era todo a nuestro alrededor.

 

Una vez en la casa, decidí tomar una ducha para refrescarme. Mientras me bañaba, sentí las manos de James rodeando mi cintura. Sin poder ver debido al jabón en mis ojos, me dejé llevar por sus caricias.

 

- ¿Nos bañamos juntos? - preguntó en un susurro que me hizo estremecer.

 

Sin dudarlo, giré y lo besé apasionadamente. Nuestros cuerpos se fundieron en la ducha, explorándose con deseo y amor.

 

Después de disfrutar de nuestro momento íntimo, decidimos salir de la ducha y dirigirnos a la cocina. James se ofreció a ayudarme a preparar el desayuno, y entre risas y besos robados, nos divertimos cocinando juntos.

 

Mientras desayunábamos, sentí una mezcla de felicidad y confusión. Nuestro encuentro había sido maravilloso, pero también me surgían dudas sobre lo que realmente significaba para él. ¿Era solo sexo o había algo más?

 

Aunque me sentía enamorada de James, sabía que nuestra relación estaba llena de complicaciones. Él era mi profesor y yo su alumna, lo que complicaba aún más las cosas. Además, no sabía cómo reaccionaría mi madre si se enterara de nuestra relación.

 

Estaba llena de miedos y dudas, temiendo sufrir en el futuro. Quería saber qué sentía James por mí, si esto era solo un juego para él o si realmente me amaba.

 

Mientras compartíamos el desayuno, sentía la felicidad de estar a su lado, pero también la incertidumbre de lo que el futuro nos depararía. A pesar de todo, sabía que cada momento a su lado era especial y que estaba dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo por nuestro amor.

 

Narra James

 

Verla a mi lado, sonriendo y disfrutando de nuestro desayuno, me llenaba de felicidad. Sin embargo, también era consciente de las dudas y miedos que la invadían. Quería asegurarle que mis sentimientos eran sinceros y que estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío por nuestro amor.

 

Mientras compartíamos el desayuno, me di cuenta de que ella necesitaba respuestas. Quería que supiera que ella era especial para mí, que no era solo un juego. Decidí tomar su mano suavemente y mirarla a los ojos.

 

- Ifigenia, quiero que sepas que lo que tenemos va más allá de una simple relación. Eres especial para mí y estoy dispuesto a enfrentar cualquier obstáculo por nuestro amor. No importa lo que diga la sociedad o lo que piense tu madre, lo que importa es lo que sentimos el uno por el otro. No quiero perderte, nunca.

 

Sus ojos se llenaron de emoción y alivio. Pude ver cómo sus miedos se desvanecían lentamente. La abracé con fuerza, sintiendo la conexión entre nosotros.

 

- James, tus palabras significan mucho para mí. Estoy dispuesta a luchar por nuestro amor, sin importar los obstáculos que se presenten. Quiero estar contigo, siempre - respondió ella, con determinación en su voz.

 

Nos besamos apasionadamente, sellando nuestro compromiso el uno con el otro. A partir de ese momento, supe que estábamos juntos en esto, sin importar lo que el futuro nos deparara.

 

Terminamos de desayunar y decidimos disfrutar del día juntos, sin preocuparnos por lo que vendría después. Sabíamos que había desafíos por delante, pero estábamos dispuestos a enfrentarlos juntos, con amor y valentía.

 

Nuestro amor era real, y eso era lo único que importaba en ese momento.

 

Pasamos el día juntos, disfrutando de la playa privada y de la compañía del otro. Nos sumergimos en el mar, jugamos en la arena y nos perdimos en largas conversaciones llenas de risas y confidencias. Cada momento a su lado era mágico, y sentía que nuestro amor se fortalecía con cada experiencia compartida.

 

A medida que pasaba el tiempo, nuestras preocupaciones y dudas comenzaron a desvanecerse. Nos dimos cuenta de que lo que teníamos era más que solo sexo, era una conexión profunda y genuina. Nos amábamos de verdad, y eso era lo que importaba.

 

A medida que la tarde se convertía en noche, nos acurrucamos juntos en la playa, observando la belleza del cielo estrellado. Nos abrazamos, sintiendo la calidez y la seguridad que solo el amor verdadero puede brindar.

 

- Ifigenia, no importa lo que el futuro nos depare, quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti. Eres la persona más importante en mi vida, y haré todo lo posible para hacerte feliz - le dije, mirándola a los ojos con ternura.

 

Ella me sonrió, sus ojos brillando con amor y confianza.

 

- James, eres mi refugio, mi apoyo y mi amor. No puedo imaginar mi vida sin ti. Estoy dispuesta a enfrentar cualquier desafío a tu lado, porque sé que juntos podemos superarlo todo - respondió, acariciando mi rostro con delicadeza.

 

Nos besamos bajo la luz de la luna, sellando nuestro compromiso una vez más. Sabíamos que el camino no sería fácil, que tendríamos que enfrentar obstáculos y críticas, pero estábamos decididos a luchar por nuestro amor.

 

A medida que el tiempo pasaba, nuestra relación se hizo más fuerte. Nos apoyábamos mutuamente en cada paso del camino, enfrentando juntos las adversidades y celebrando los triunfos. Nuestro amor era un refugio en medio de la tormenta, una luz que nos guiaba hacia un futuro lleno de felicidad y amor.

 

Y así, nuestra historia continuó, llena de momentos inolvidables, risas, lágrimas y sobre todo, un amor que trascendía las barreras impuestas por la sociedad. Juntos, enfrentamos cada desafío con valentía y determinación, sabiendo que nuestro amor era real y que estábamos destinados a estar juntos.

 

Nuestra historia no era perfecta, pero era nuestra, y eso era lo que importaba. Aprendimos a valorar cada momento, a vivir el presente y a amarnos incondicionalmente. Juntos, creamos nuestro propio paraíso, donde el amor reinaba y las dudas se desvanecían.

 

Y así, nuestro amor perduró, desafiando todas las expectativas y demostrando que el verdadero amor no conoce límites ni fronteras. Juntos, escribimos nuestra propia historia, llena de pasión, amor y felicidad.

 

Y así, nuestra historia de amor continúa, llena de aventuras, risas y momentos inolvidables. Juntos, enfrentaremos el futuro con valentía y amor, sabiendo que nuestro vínculo es fuerte y que nada puede separarnos.

 

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Capítulo 10: Una Decisión Dolorosa

 

Narra Ifigenia

 

Mis pensamientos me tenían tan absorta que no me di cuenta de que James me estaba hablando.

 

- Ifigenia, ¿qué pasa? Dime por qué estás así - me preguntó con preocupación. La verdad es que no sabía qué responder.

 

- Estoy muy confundida, James - dije con tristeza en mi voz.

 

- Pero, ¿por qué estás así? ¿Acaso lo de anoche no significó nada para ti? ¿Fue solo una apuesta con tus amigas para ver quién \"se acuesta con su profesor\"? - dijo con incredulidad. Sus palabras dolieron, pero no podía decirle que lo amaba, tenía miedo de que no sintiera lo mismo y me dejara con el corazón roto.

 

- Sí, James, esto solo fue una apuesta que hice con Samuel para demostrarle que yo también podía \"acostarme con mi profesor\" - solté esas palabras con un dolor profundo en mi corazón.

 

- ¡¿ENTONCES?! ¡¿Toda esta farsa?! - gritó enojado. - Pensé que eras diferente, pensé que lo de anoche era especial. Pero soy un estúpido por confiar en una alumna, todas resultan ser unas... - no pude soportar escuchar esas palabras. Me dolió tanto verlo así. Él no merecía eso. Sabía que tenía que alejarme y dejarlo ir.

 

Me acerqué a él, quería abrazarlo por última vez.

 

- Déjame, las alumnas no pueden acercarse a su profesor de esta manera. Vete de mi casa - dijo con la voz más seria y dolorosa del mundo.

 

Asentí y me alejé de su lado. Bajé las escaleras y él se quedó sentado en el sillón, con lágrimas en los ojos. No entendía por qué me había tratado así. Claro, fui una estúpida al decirle que todo fue una apuesta. Bajé hasta la puerta principal y nos miramos por última vez.

 

- Adiós, James. Algún día me agradecerás esto. Cuídate, nos vemos en la escuela - dije con dolor y una tristeza inexplicable.

 

- Solo lárgate, Ifigenia. No me busques, tú y yo no somos nada y aquí no ha pasado nada. Vete - dijo con rabia y dolor. Sus palabras me destrozaron el corazón.

 

Pero yo había causado eso y no podía cambiarlo. Lo amaba y por eso tenía que irme. Esas palabras resonaban en mi cabeza.

 

Salí del departamento de mi profesor con el alma rota. Tenía que hacerlo, él lo iba a perder todo si seguía conmigo.

 

Arruiné todo.

 

Caminé por las calles y al llegar a mi casa, me quité la ropa y me metí a la ducha, llorando desconsoladamente. No sabía qué hacer. ¿Será que lo amo? No, claro que no. Solo es aprecio, atracción. Solo es un juego, nada más. Cuando salí de la ducha, revisé mi celular y vi un mensaje de Samuel y de Heidi.

 

Ambos me invitaban a una supuesta fiesta. Solo pensé, ¿por qué no ir? Estoy sola y quiero olvidarme de todo un poco.

 

En ese momento, sonó mi celular.

 

- Hola, Ifigenia - dijo Samuel del otro lado.

 

- Hola, Samuel. ¿Cómo estás?

 

- Bien, Ifigenia. Te llamaba para preguntarte si quieres ir conmigo a la fiesta.

 

- Sí, claro, Samuel - respondí sin decir más.

 

- Bueno, paso por ti a las 8 - dijo con alegría en su voz.

 

- Bien, Samuel. Aquí te espero - dije antes de colgar.

 

Había aceptado ir a la fiesta con Samuel, pero por dentro estaba destrozada. Lo único en lo que podía pensar era en James, quería estar con él, quería estar solo con él.

 

Empecé a buscar entre mi ropa qué ponerme para la fiesta. Pero mientras recordaba los hermosos momentos de la noche anterior, las dulces palabras, las caricias, los besos, su cuerpo, no pude evitar llorar de nuevo. Me sentía como una zorra. No podía creer lo que había hecho, lo que me había hecho a mí misma. Él ahora me odia, me verá con asco. ¿Por qué le dije que todo fue una apuesta si lo amo desde que tenía 13 años?

 

Narra James

 

Me encontraba en mi casa totalmente destrozado, no podía creer lo que había pasado. Cómo Ifigenia fue capaz de decirme eso. Pensé que me amaba, pensé que lo que habíamos pasado era real. Bueno, para mí sí lo fue.

 

Tomé una ducha con agua fría tres veces, como si eso pudiera relajarme, pero no dejaba de pensar en ella.

 

Una parte de mí sentía que ella estaba mintiendo, podía sentirlo, pero soy tan cobarde que no quise comprobarlo.

 

Tenía miedo de que me confirmara que todo había sido una apuesta y no sé si podría soportar escuchar eso de nuevo.

 

Esto me pasa por enamorarme de una chica de 15 años que no sabe lo que quiere. Obviamente, está confundida con respecto a sus sentimientos.

 

Sonó tan sincera cuando me dijo que me amaba desde los 13 años, pero fue muy doloroso cuando me dijo que todo fue una apuesta.

 

Estoy en una lucha interna conmigo mismo.

 

¿Qué se supone que debo hacer?

 

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Capítulo 11: El amor toma distancia

 

Narra Ifigenia

 

La fiesta a la que me invitaron el fin de semana no estuvo tan buena, pero para ser honesta, no fui. Han pasado tres días desde lo sucedido y no puedo olvidar. No entiendo por qué me duele tanto si todo esto es solo un juego tonto que yo misma empecé.

 

Cuando llegué al colegio, vi a Samuel y Heidi en el portón. Ellos son los únicos amigos que tengo en toda la escuela.

 

- Hola amigos - dije con desánimo.

 

- Buenos días, Ifigenia. ¿Cómo estás? - preguntaron los dos al unísono.

 

- Bien - respondí, tratando de disimular una sonrisa. - ¿Y ustedes?

 

Estuvimos conversando por unos minutos hasta que sonó el timbre para entrar a clases.

 

Mientras estaba en mi casillero, agarrando mis libros, vi a un hombre de tez morena y ojos café pasar frente a mí. Llevaba un traje muy formal y se dirigía al salón de literatura.

 

Y para mi buena suerte, me tocaban tres horas seguidas de literatura.

 

Entré al salón con la cabeza gacha y me senté en las últimas sillas. Estaba concentrada en la lluvia que se veía por la ventana cuando entró el director con el hombre de tez morena que había visto antes.

 

Pero ¿quién será él? ¿Por qué está aquí? ¿Dónde está James?

 

- Buenos días, alumnos - dijo el director con tono serio.

 

- Buenos días - respondimos todos al unísono, mostrando respeto.

 

- El señor Thomas será su nuevo profesor de literatura - anunció el director, mirando a todo el alumnado.

 

No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Dónde estaba James? ¿Por qué se fue? No entendía nada.

 

- Buenos días, alumnos. Yo seré su nuevo profesor de literatura y espero llevarme bien con todos - dijo el nuevo profesor, interrumpiendo mis pensamientos. Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.

 

- Profesor - dije con mucho respeto -, lo siento, pero no me siento bien. ¿Cree que puede dejarme ir y me pondré al tanto de todas las tareas después? - Mentí. Tenía que averiguar dónde estaba James. No podía irse así como un cobarde.

 

- Está bien, señorita. Le daré el permiso, pero tiene que ponerse al tanto de todo después. Puede salir - dijo el profesor con seriedad.

 

Tomé mis cosas lo más rápido que pude y salí del salón. Al llegar al portón, vi el auto de James en el estacionamiento, pero ¿dónde estaba él? Me acerqué al auto, pensando en lo que le diría, y pasaron 15 minutos hasta que finalmente se asomó por la salida y se acercó a su auto.

 

Tenía puesta una chaqueta de cuero negra, jeans azules y una camisa con los primeros botones desabotonados. Se veía realmente hermoso.

 

Nuestras miradas se encontraron como si tuvieran imanes.

 

- ¿Qué haces aquí, señorita Rodríguez? Debería estar en su clase de literatura en este momento - dijo con frialdad, doliéndome sus palabras.

 

- Lo estaría, pero mi verdadero profesor no se ha presentado - respondí con voz llena de esperanza. - ¿Por qué te vas? ¿A dónde vas? - pregunté con voz dolida que ni yo misma entendía.

 

- Eso es información confidencial. Los profesores no tienen por qué dar explicaciones a sus alumnos sobre lo que hacen en su vida privada - respondió con seriedad, pero sé que le dolía irse.

 

- Sí, pero tú y yo somos más que profesor y alumna. No entiendo - dije, sabiendo que yo era la que había arruinado todo.

 

- Creo que no entendiste cuando te dije que no quiero volver a verte. Me voy solo. Fui solo un juego para ti y tú solo eres un juego para mí. Así que, niña mimada, quítate de mi camino que llego tarde - dijo, abriendo el auto y dejando sus cosas en la parte trasera.

 

- ¿Cómo puedes decirme esto? Después de lo que pasó, tenemos que hablar. No puedes dejarme así. No quiero un nuevo profesor, te quiero a ti - dije, agarrándolo por la chaqueta. Mis lágrimas corrían por mis mejillas y un \"te amo\" amenazaba con salir de mi boca, desde lo más profundo de mi corazón.

 

- No vengas a chantajearme con esas falsas palabras y esas lágrimas. Me mentiste. Solo fue un juego. Y mira el lado bueno de todo esto: podrás tener sexo con tu nuevo profesor - dijo con ironía.

 

Cuando escuché esas palabras de su boca y sentí cómo mi corazón se rompía en miles de pedazos, lo solté y él entró al auto, arrancó y me dejó ahí, con el corazón en la mano y las lágrimas en mis ojos.

 

Se fue. Él se fue para siempre.

 

Narra James

 

Estaba en mi auto, a una distancia donde ella no pudiera verme. La observé por un momento y noté cómo caía de rodillas en el estacionamiento, llorando. Una parte de mí quería correr hacia ella, pero por otro lado, soy demasiado cobarde y tenía miedo de que todo fuera una puesta en escena para seguir lastimándome.

 

Y sin darme cuenta, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.

 

- Te amo, Ifigenia Rodríguez - dije llorando. - Te amo como nunca amé a nadie.

 

Esta niña se metió en lo más profundo de mi corazón, pero no soportaría escuchar que me confirme que lo nuestro fue solo un juego.

 

Es mejor que el amor tome distancia.

 

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Capítulo 12: Un nuevo estilo de vida

 

Narra Ifigenia

 

Ese día algo cambió en mí, algo se apoderó de mi cuerpo y ya no me sentía como antes. Juré que nunca volvería a ser la misma, que nunca volvería a enamorarme. Ahora el amor era solo un juego, una diversión, una forma de tener sexo sin compromiso. Ya no me interesaba nada más, me reinventé por completo.

 

Me convertí en la chica popular, la chica que todos los chicos querían tener en su cama, la chica sexy, la chica sin sentimientos. La mitad me amaba por ser así y la otra mitad me odiaba por lo que me había convertido. Pero ahora me preguntaba: ¿qué debo hacer yo?

 

Esta era la nueva versión de mí y no tenía intención de cambiar. Nadie conocía mi pasado excepto Samuel y Heidi, solo ellos podían hacerme cambiar.

 

Heidi intentaba hacerme volver a la razón, siempre me daba consejos y no se alejaba de mí porque me apreciaba, pero no aprobaba mi nuevo estilo de vida.

 

Samuel se había convertido en mi mejor amigo y ahora tenía dos nuevas amigas llamadas Camila y Karina, quienes se habían convertido en mis mejores amigas, o mejor dicho, mis clones.

 

Pero aún recordaba a ese hombre, James Santiago, el profesor que cambió mi vida. Él fue quien me hizo el amor por primera vez. No hay noche en la que no llore pensando en él, en sus besos, en su cuerpo, en sus caricias, en todo.

 

Me preguntaba si él aún pensaba en mí o si ya me había olvidado. Pero luego llamaba a Samuel, teníamos un encuentro sexual y todo desaparecía. Me había convertido en una mujer tan promiscua que tenía sexo con mi mejor amigo.

 

Pero, ¿qué debo hacer yo? Este era mi nuevo estilo de vida.

 

- Oh, nena, me vuelves loco. Me encanta - gemía Samuel mientras nuestras pasiones se desataban.

 

- Sí, casi llego al clímax... James - sin más preámbulos, grité el nombre de James cuando alcanzaba el orgasmo.

 

Esta era la tercera vez que tenía sexo con Samuel y las tres veces había gritado el nombre de James.

 

Pero no solo con él, también había tenido sexo con otros cinco chicos y me pasaba lo mismo. Siempre que tenía sexo, gemía el nombre de James.

 

James estaba en mi mente, en mi cuerpo. No podía borrarlo de mi vida. El único que realmente deseaba era a James.

 

Vi cómo Samuel se levantaba y se arreglaba la ropa. Él no había terminado y no entendía por qué se iba, o mejor dicho, sí entendía.

 

- Samuel, ¿por qué te vas si aún no has terminado? - pregunté con sensualidad.

 

- ¿Sabes por qué, Ifigenia? Me voy porque esta es la tercera maldita vez que te corres pensando y gritando el nombre del maldito James - dijo con enojo, pero no entendía por qué. Él sabía que yo seguía enamorada de James y cada vez que teníamos sexo, pensaba que estaba con él.

 

- Mira, Samuel, estoy cansada de toda esta mierda. Sabes muy bien que aún amo a James y eso nunca cambiará - respondí con el mismo tono de voz que él.

 

- Bien, Ifigenia, haz lo que quieras. Estoy cansado de ti y de tu maldita forma de amar a alguien que ya no está, que se fue - dijo mientras cerraba la puerta con fuerza.

 

Y era verdad.

 

Era la tercera vez que gritaba su nombre. Lo extrañaba tanto, lo amaba y no podía hacer más que buscarlo, encontrarlo, enamorarlo.

 

Porque yo soy suya y él es mío.

 

No importa cuánto tiempo me tome, voy a buscar a James y lo encontraré. No puedo vivir sin él.

 

Heidi tiene razón, este nuevo estilo de vida es escandaloso. No puedo vivir así.

 

Narra James

 

Me encuentro viajando, deprimido. Vine a África pensando que dejaría de pensar en ella, pero todavía la tengo clavada en mi corazón.

 

He intentado olvidarla teniendo sexo con otras mujeres, pero eso no me llena, no me satisface. La necesito a ella.

 

Me he convertido en un ser oscuro, que solo piensa en sexo sin amor. La única mujer a la que amé fue Ifigenia.

 

¿Por qué? ¿Por qué no puedo sacarla de mi cabeza?

 

En este momento estoy rodeado de amigos que conocí en este viaje. No puedo entender lo que dicen, mi cerebro se desconecta por momentos, pero por otro lado, vuelvo a sentir ese horrible dolor y los escucho.

 

- James está mal, debemos internarlo - dice Clara, una chica que conocí en este viaje.

 

Y es la verdad, tengo una fuerte depresión y una fiebre altísima.

 

Los días pasaron y lograron salvarme la vida en el hospital, pero nadie puede salvarme a mí. Me limito a seguir existiendo porque mi vida se quedó con Ifigenia Rodríguez. A menudo, la idea de suicidarme pasa por mi mente, pero siento que ella se sentiría culpable si lo hiciera. Mi corazón está hecho pedazos.

 

Cuando me dieron el alta, me dediqué a viajar y a conocer personas nuevas. Pensé que eso me haría olvidar a Ifigenia, pero me equivoqué.

 

Durante las noches, en mi habitación, no puedo evitar llorar y llamarla.

 

- Ifigenia, no me dejes solo. Te amo. Eres mi gatita, mi solecito. Te necesito... Yo fui el primero en amarte y quiero ser el último.