¿Conoces esas amistades?
Aquellas que no ves pero siempre tienes en el corazón, esas con las que te ves una vez al mes y terminas hablando por horas sin razón ni cohesión.
Yo tengo la fortuna de tener una.
Su familia, sus aventuras, nos complementamos como el sol y la luna.
A ella espero nunca perder, pues si la pierdo me pierdo.
Sus desgracias comparto como propias, la vida se me llena de color con sus gracias.
Gracias a ella le doy, pues incluso en los momentos difíciles fue quien se encontraba siempre para mí.