Que miedo no saber que decirme y aun así esperar a que algo llegue a salvar la noche, algún recuerdo otro texto, tú.
Es espantoso mentir, mentirme más y a pesar de eso seguir como si nada, nada ah cambiado.
Sigo lidiando conmigo mismo en cada borrachera, sigo buscando mi corazón en cada rincón, en cada noche, entre esos besos que al día siguiente desaparecen sin dejar alguna nota por lo menos, sigo aquí sin nada más que decir.
Quizás sea otra especie de felicidad que aún no logro entender, quizás soy yo el que debería irse y dejar que todo fluyera, sin miedo, sin odio, sin ti.
Es duro conjugar el verbo con el sujeto, más cuando se está solo, mejor dicho dule.
Uno se acostumbra a uno mismo después de la soledad, pero también cuando se le hace sentir solo, no hay mucho que decir después de eso.
Intento explicar algo, pero a la vez me desahogo, buena terapia y me ahorro al psicólogo.
Que ruin, llegar a este punto solo para que al final siga siendo yo quien se consuela, quien se da una palmadita y finje que todo está bien, que se puede con más, masoquismo le dicen o quizás valentía, no se, eso queda abierto a la opinión pública.
Eso es todo por esta noche, una hoja de papel, mi terapia en ella y si lees hasta aquí un poco de compañía.