Reb Liz

El Profesor que me enamoro: CapĂ­tulos 13, 14, 15, y 16

Capítulo 13: Un salto en el tiempo

 

Narra Ifigenia

 

Han pasado tres largos años desde que se fue.

Tres años de noches interminables.

Tres años de no preocuparme por nada.

Tres años de abstinencia sexual.

 

Después de aquella noche con Samuel, decidí alejarme un poco y reinventarme nuevamente. Lo hice tantas veces que muchos pensaron que tenía una crisis de identidad, algunos incluso creyeron que era bipolar.

 

Ahora tengo 18 años y mi amado profesor tiene 25. No lo he vuelto a ver desde aquel día. No he vuelto a ver sus hermosos ojos, sus labios, su cuerpo. Y si me preguntan cómo puedo recordarlo, la respuesta es simple: lo amé, lo amo y lo amaré.

 

- Adiós, casa - dije mientras miraba mi pequeña casa y tomaba mis maletas para dirigirme al aeropuerto.

 

Después de graduarme de la secundaria, me mudaré a París para estudiar literatura. Es una carrera que solía odiar, pero ahora la amo. Quiero ser escritora y ya he empezado a escribir un libro titulado \"El profesor que me enamoró\". Es mi historia con James, pero aún no tiene un final, porque no sé qué pasará.

 

También he escrito varios cuentos cortos que ya he terminado, pero me interesa saber cómo terminará mi novela. Y para eso, necesito encontrar a James.

 

La vida me ha enseñado muchas cosas y ahora quiero compartirlas con las personas, pero solo el tiempo dirá si eso es posible.

 

- El vuelo 715 con destino a París, Francia, saldrá en 5 minutos - anunció la voz por los altavoces.

 

Tomé mis cosas y me dirigí hacia mi vuelo.

 

Pasaron cinco horas hasta que finalmente vi cómo el avión se desplazaba por el aeropuerto de París. Ya era de noche y la vista era hermosa. Bajé del avión, recogí mis pertenencias y abordé un taxi. Mi familia me había alquilado una pequeña habitación donde viviría.

 

Le di la dirección al conductor mientras observaba por la ventana. Pasamos por un lugar llamado \"Paseo del Amor\". Muchas parejas estaban allí y era hermoso. No pude evitar que algunas lágrimas recorrieran mis mejillas al recordar lo que hubiera sido si le hubiera dicho la verdad a James.

 

Llegué a mi nuevo hogar, un pequeño lugar desde donde se podía ver el río Sena.

 

París está dividido en \"arrondissements\" o distritos, con un total de 20. Además, la ciudad se divide en dos por el río Sena. La \"rive gauche\", o margen izquierda del río, es más familiar y tranquila, y también alberga la zona universitaria. Por otro lado, en la \"rive droite\", o margen derecha del Sena, la vida es más dinámica y ofrece más opciones de entretenimiento, aunque también cuenta con barrios residenciales más tranquilos.

 

La luna llena iluminaba el paisaje y la vista desde la ventana era hermosa. Recordé esa noche en la que estuve con James y sentí cómo mi corazón se rompía al recordar ese día. Solo hay preguntas y no tengo respuestas, y eso me duele. Pero qué puedo hacer, decidí salir a dar un paseo para tranquilizarme, para dejar de pensar y ser feliz.

 

Caminaba por las hermosas calles de París cuando algo llamó mi atención. Era un gran edificio con una hermosa frase escrita en él:

 

\"En el laberinto de lo prohibido, tú eres mi más valiente travesía.\"

 

Vi salir a un joven de ese edificio, pero no podía verlo claramente desde la distancia. Sin embargo, mi corazón latía acelerado mientras me acercaba lentamente. De repente, tropecé con algo y alguien me sostuvo en sus brazos.

 

Y me perdí en su mirada. Era él, era la persona que había estado buscando y extrañando. Era mi profesor, era... James.

 

Era idéntico a como lo recordaba, excepto por su corte de pelo. Sus ojos brillaban de la misma manera que me encantaba. No podía creer que no hubiera visto esos ojos en tres años. Sus labios conservaban el mismo color, su traje era diferente, pero su mirada, esa mirada, nunca había cambiado. Volví a verlo.

 

Al sentirlo tan cerca, no sabía qué hacer. Había una conexión entre nosotros que solo él y yo entendíamos. No era miedo, no era pasión, no era sexo. Era amor. Ahora lo tenía claro. Tal vez solo era una niña cuando le mentí por apuesta, pero el destino me dio otra oportunidad y no la desperdiciaré.

 

Sin embargo, parecía que él no se acordaba de mí y eso me dolió. Pero yo nunca lo olvidé. Veo el amor en sus ojos, pero sé que lo lastimé con mis palabras, con mi inmadurez. Esta vez, no me rendiré. Él sabrá que lo amo, sabrá la verdad. No importa cuánto tiempo haya pasado, nunca lo he olvidado. Lo conquistaré, porque él es mío y yo soy suya. Él jamás lo olvidará, lo sé, todavía no.

 

Después de todo lo sucedido, decidí regresar a mi departamento. Estaba destrozada. Amo tanto a ese chico y él se fue, me dejó herida, con el alma en pedazos y lágrimas recorriendo mis mejillas. No puedo culparlo, yo habría hecho lo mismo si me hubieran dicho todo lo que yo le dije a él.

 

Tenía que descansar, ya que mañana sería mi primer día de clases en la universidad de artes y tenía que estar lista. Pero, a pesar de todo, no podía dejar de pensar en él.

 

Narra James

 

Han pasado tres años desde que la vi por última vez. Tres años de preguntas sin respuesta. Tres años de intentar olvidarla y seguir adelante. Pero no puedo negar que ella sigue en mi mente y en mi corazón.

 

Cuando la vi caminando hacia mí, mi corazón se aceleró. Reconocí esos ojos, esa sonrisa, esa forma de caminar. Era ella, Ifigenia.

 

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Capítulo 14: ¿Me amará todavía?

 

Narra Ifigenia

 

El despertador suena, pero no he podido dormir. Sus ojos están en mi mente todo el día, es difícil no pensar en él. Fui la idiota más grande al dejarlo.

 

Ahora estoy en camino a la universidad. Al entrar, veo que es un lugar hermoso, amplio y espacioso. Hay muchos jóvenes inmersos en sus mundos, con música, poemas. Finalmente encuentro mi salón de literatura, entro y pido disculpas, parece que llegué tarde. El profesor comienza a dar las reglas de la clase, pero yo apenas puedo escucharlo, no me siento bien.

 

Han pasado seis meses... Seis malditos meses, seis meses de mi vida en soledad esperándolo. He pasado por su edificio todos los días con la esperanza de verlo, pero parece que se lo ha tragado la tierra. No lo he vuelto a ver. Me he vuelto tan diferente, ya no salgo, solo a mis clases. El dinero se está agotando y necesito encontrar un trabajo. He vendido algunos cuentos cortos, ya que tengo talento para escribir, pero no es suficiente. Decido buscar un trabajo en mi día libre de la universidad. Compro un café y mientras camino, me acerco al edificio de James y veo un cartel que solicita una secretaria. Entro rápidamente, necesito el trabajo y podré averiguar dónde está James. Desde aquel día, he querido hablar con él, pero no he podido. No sé qué pasó, o más bien, sí sé qué pasó, pero no sé cómo explicarlo.

 

Al entrar, le digo a la recepcionista que vengo por el trabajo. Ella me pide que espere, que pronto me atenderán. Me siento en un sofá que hay en la recepción y espero. No pasa ni media hora cuando escucho una voz ronca llamándome desde una oficina. Entro y me encuentro con un hombre de tez morena, ojos color miel, cuerpo fornido y labios carnosos. Me atiende y antes de que le entregue mi currículum, la puerta suena y él me pide que pase. Veo quién es, es él, es James, mi sexy y hermoso profesor.

 

¿Me amará después de todo?

 

- Buenos días - dice con tono serio.

 

- Buenos días - contestamos al unísono.

 

- Señor Blake, ¿podría dejarme a solas con la señorita para hacerle la entrevista? - dice James con tono serio.

 

- Por supuesto - responde el hombre que me atendió.

 

Él se levanta y me deja a solas. No puedo evitar sonreír, una vez más estoy frente al hombre que un día me vio completamente desnuda, entregada a él en cuerpo y alma.

 

- Bien, Ifigenia, dime ¿qué haces aquí? ¿Has venido por esto? - pregunta James con seriedad.

 

- En primer lugar, necesito el trabajo. Y en segundo lugar, necesitaba verte, saber cómo estás. No sabes todo lo que he pasado, mi vida ya no es la misma. Te necesito conmigo, te amo y sé que tú también me amas, aunque trates de ocultarlo. En tus ojos se ve la pureza y el amor que sientes por mí - digo con la voz quebrada, sintiendo que voy a llorar.

 

- Por favor, no sigas. No sigas con tus malditas mentiras, tus engaños. Tuviste sexo con tu profesor, eso es lo que querías. ¿Por qué vienes ahora y te haces la que sientes algo por mí cuando no es así? - dice James con los ojos llenos de dolor, rabia, pero sobre todo amor. Él me amaba, lo puedo sentir.

 

- Porque es la verdad, James. En aquel momento, yo era una niña llena de dudas, de prejuicios, llena de miedos y, sobre todo, llena de baja autoestima. Pensé que no podía enamorarme de ti, o peor aún, pensé que tú no podías enamorarte de mí. Creí que todo esto era solo un juego, creí que perderías tu trabajo, por eso decidí alejarme y decir que todo había sido una maldita apuesta, pero nunca fue así - digo desmoronándome y cayendo al suelo, con lágrimas en los ojos y el corazón en la mano.

 

Él se levanta rápidamente de su silla y corre hacia mí. Se sienta y comienza a abrazarme. Dios, cómo extrañaba sus manos. Ningún hombre me ha tocado como él lo hacía, y no puedo dejar de llorar. Por fin, puedo desahogarme de todo lo que he llevado durante tres años. Por fin, puedo decirlo todo, por fin puedo decirle la verdad.

 

Él levanta mi rostro y veo cómo las lágrimas brotan de sus ojos. Él limpia mis lágrimas y me besa, pero es un beso sin pasión, solo hay amor en medio.

 

Con su voz ronca, me dice:

 

- Te he estado esperando durante tres largos años, y ahora por fin has vuelto, estás aquí con la verdad de por medio. Pero...

 

Hace una pausa, sin saber cómo decirlo.

 

- ¿Pero?

 

- Pero mi mundo no dejó de girar, mi vida siguió su rumbo, conocí a otras personas, olvidé a otras. Aunque acepto que jamás pude olvidarte, siempre te llevo en mi mente, en mi alma, hasta que ella llegó.

 

Hace una pequeña pausa y continúa, y yo solo siento cómo mi corazón se quiebra.

 

- Rose Collins, en uno de mis tantos viajes a Londres, la conocí. Tratando de olvidarte, la conocí, y ella vino a poner mi mundo de cabeza. Me hizo entender que no puedo cambiar el pasado ni olvidar a nadie, simplemente guardarlos como un recuerdo - dice mientras se aleja de mí y crea distancia.

 

Yo solo puedo llorar.

 

- ¿La amas? - pregunto con la voz quebrada. - Respóndeme, ¿la amas como me amaste a mí? ¿La deseas como me deseaste a mí?

 

- No la amo como te amé a ti, no la deseo como te deseé a ti, pero ella será mi esposa - dice - y sé que con el tiempo aprenderé a amarla y desearla tanto o más de lo que te amé y te deseé a ti - continúa diciendo, como si no viera mi sufrimiento.

 

- ¿Te casarás con ella? - digo acercándome a donde él está.

 

- En un mes, ella será mi esposa, y sé que con el tiempo aprenderé a amarla y desearla tanto o más de lo que te amé y te deseé a ti - dice, como si no viera mi sufrimiento.

 

- Ifigenia - dice levantando mi mirada - Prometo que te superaré, que solo seré un recuerdo en tu vida, en tu cuerpo, en tu alma.

 

- James, prometo superarte si me prometes algo - digo en ese momento, no me rendiré tan fácilmente. Él me ama, lo siento, y él mismo lo ha confirmado. Él me quiere a mí, solo que no quiere lastimar a esta chica que tanto le ha ayudado.

 

- Lo que sea, Ifigenia, siempre y cuando me superes, me olvides y seas feliz - dice mirándome a los ojos. Si tan solo supiera lo que le voy a proponer.

 

- Quiero que vivamos este mes juntos, que viajemos, que seamos tú y yo por última vez. Y lo último que quiero es que la noche antes de tu boda, la noche de tu despedida de soltero, la pases conmigo - digo con una hermosa esperanza.

 

- Con una condición, Ifigenia - dice él mirándome a los ojos, como lo hizo la primera vez.

 

- ¿Cuál? - digo emocionada.

 

- Que me dejes pagar los viajes y que te quedes trabajando conmigo, como mi secretaria.

 

Y no puedo decir más. Me abalanzo sobre él para abrazarlo y él me susurra al oído.

 

- Te lo prometo...

 

Narra James

 

Después de tanto tiempo sin ver a Ifigenia, su presencia me ha dejado sin palabras. Aunque he intentado olvidarla, siempre ha estado en mi mente y en mi corazón. Pero ahora, frente a ella, me doy cuenta de que las cosas han cambiado. Conocí a Rose y ella ha despertado sentimientos en mí que creía haber enterrado. No puedo negar que Ifigenia fue especial para mí, pero el tiempo ha pasado y las circunstancias han cambiado. Me duele verla sufrir, pero también sé que es hora de seguir adelante. Aunque no puedo amar a Rose de la misma manera en que amé a Ifigenia, estoy dispuesto a darle una oportunidad y aprender a amarla con el tiempo. No puedo dejar que el pasado me detenga y me impida ser feliz. Prometo a Ifigenia que la superaré, que seré solo un recuerdo en su vida, en su cuerpo, en su alma. Pero también le pido que me permita seguir adelante y construir un futuro con Rose. Acepto su propuesta de pasar este mes juntos y de pasar la noche antes de mi boda con ella, como una despedida. Pero también le pido que se quede a mi lado como mi secretaria, para que podamos mantener una conexión y seguir adelante juntos. Estoy dispuesto a hacer todo lo posible por ser feliz y espero que Ifigenia también pueda encontrar la felicidad que se merece.

 

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Capítulo 15: El último encuentro

 

Narra Ifigenia

 

En estos últimos 28 días junto a él, hemos pasado por altibajos, pero hemos logrado reconstruir nuestra confianza y nuestro cariño. Hemos visitado todos los lugares donde nuestra historia de amor comenzó, reviviendo los momentos en los que nos conocimos, compartiendo risas, lágrimas, besos y caricias. Pero ahora, llega el último día que estaremos juntos, y quiero que sea especial. He planeado cada detalle con cuidado, esperando que todo salga bien.

 

Mientras me preparaba para nuestra última noche juntos, mi teléfono sonó. Era James. Su llamada me tomó por sorpresa, ya que no suele llamarme, especialmente cuando está con su prometida.

 

- Hola - dije, con un tono de preocupación en mi voz.

 

- Ifigenia, por fin contestas. Quiero llevarte a un lugar especial. Sé que hoy es nuestro último día juntos y quiero que sea inolvidable. Mi avión estará esperándote en el aeropuerto a las 6:00 PM. Un auto te llevará hasta nuestro destino - dijo con emoción en su voz.

 

- Está bien, estaré allí a esa hora - respondí, tratando de ocultar mi emoción.

 

- Perfecto, nos vemos entonces - se despidió.

 

- De acuerdo, James. Te quiero - dije sin pensarlo dos veces.

 

- Yo también te quiero - respondió antes de colgar.

 

No sé qué nos depara el destino ni a dónde me llevará, pero esta vez estoy dispuesta a arriesgarme por completo, incluso si eso significa perder mi corazón.

 

Las horas pasaron rápidamente y cuando terminé de arreglarme, ya eran las 5:45 PM. Tenía que irme. Siempre he asociado la canción de Adele, \"When We Were Young\", con él. Me miré una última vez al espejo, sintiendo una mezcla de nervios y emoción, y salí de casa. Al llegar al aeropuerto, me encontré con un hermoso avión esperándome. No pude contener mi sonrisa al darme cuenta de que el piloto era James, luciendo increíblemente atractivo en su uniforme de piloto.

 

- ¿Qué haces aquí? - pregunté, con una sonrisa juguetona en mi rostro.

 

- ¿No querías que yo te llevara? - respondió con una sonrisa traviesa.

 

- Por supuesto que quiero que me lleves tú - dije, con una mirada llena de complicidad que hizo que su sonrisa se ampliara aún más.

 

- Bueno, Ifigenia, serás mi copiloto en este viaje. Así que prepárate - dijo, sorprendiéndome. Rápidamente me senté a su lado y le ayudé a despegar el avión.

 

- Me encanta que estés aquí conmigo - dijo, mirándome de la misma manera que lo hizo la primera vez.

 

- Y a mí me encanta estar aquí contigo - respondí, con una sonrisa que reflejaba toda la felicidad que sentía en ese momento.

 

Durante todo el vuelo, el silencio reinaba entre nosotros. No hacían falta palabras, nuestras miradas hablaban por sí solas, transmitiendo todo el amor y la complicidad que compartíamos.

 

Finalmente, llegamos a nuestro destino. No podía creer dónde estábamos. Era aquella pequeña casa donde todo empezó, donde nuestro amor floreció por primera vez.

 

James tomó mi mano y me llevó hasta la puerta. Antes de entrar, me miró intensamente y dijo:

 

- Aquí fue donde todo comenzó. Durante estos días que hemos pasado juntos, he descubierto por qué me enamoré de ti, por qué siempre he querido estar contigo. Aunque la vida nos ha jugado una mala pasada, me he dado cuenta de que nunca fue una apuesta, simplemente tenías miedo, Ifigenia. Te amo como nunca amaré a otra mujer - dijo, antes de besarme apasionadamente.

 

Abrimos la puerta torpemente y él me condujo hasta la habitación de arriba. Con delicadeza, me recosté en la cama mientras él se colocaba encima de mí.

 

- Ifigenia, déjame hacerte el amor una última vez. Por favor, déjame - dijo con ansiedad, esperando mi respuesta.

 

- Hazlo. No lo pienses dos veces, simplemente hazlo - respondí, cerrando los ojos y entregándome a él por completo.

 

En ese momento, con una sonrisa en mi rostro, pensé: Todavía me ama.

 

Narra James

 

Tenerla a mi lado era una bendición. La abrazaba con fuerza, sintiendo su suave cuerpo junto al mío. Su sonrisa iluminaba mi mundo y sus mejillas seguían sonrojándose, como siempre.

 

Mis manos se deslizaban por su espalda mientras nuestros labios se encontraban en un beso lento y apasionado. Nuestros cuerpos se fusionaban en un baile de deseo y pasión, mientras nuestras lenguas se entrelazaban en un torbellino de emociones. Sabía que la necesitaba tanto como ella me necesitaba a mí.

 

Mis manos acariciaban su trasero con intensidad, mientras ella rodeaba mis caderas con sus piernas, aferrándose a mí. Una risa escapó de sus labios, lo cual me hizo sonreír.

 

Bajé mis labios por su cuello, dejando suaves besos en su piel, mientras ella aferraba mi cabello con fuerza. Desabroché cada botón de su blusa lentamente, dejando un rastro de besos en su pecho.

 

- Lo haces tan bien - escuché que decía mientras sus manos acariciaban mi cabello.

 

Nuestros labios seguían buscándose, moviéndose en perfecta sincronía. Nuestras manos se entrelazaban y se exploraban con delicadeza, como si quisieran memorizar cada centímetro de nuestra piel.

 

Nos separamos por un momento, buscando aire, pero sus manos volvieron a tomar las mías, atrayéndome hacia su cuerpo con deseo. Esta vez, mordisqueaba mis labios con ansias.

 

- Eso es justo lo que necesitaba - dije, sonriendo mientras disfrutaba de sus mordiscos en mis labios.

 

Comencé a dejar un rastro de besos húmedos desde sus labios hasta su ombligo, explorando cada centímetro de su piel con mis labios y mis manos. Mis caricias recorrían sus muslos, deslizándose bajo su blusa y dejando pequeñas huellas en su abdomen y en la parte superior de sus pechos. Sentir su calor y su suavidad me transmitía una sensación de seguridad y deseo que nunca quería dejar de experimentar.

 

- Te escucharía gemir todo el día - susurré, mientras mis labios volvían a buscar los suyos con ansias.

 

Sus gemidos de placer llenaban la habitación, mientras nuestras manos seguían explorando y acariciando cada parte de nuestros cuerpos. Estábamos tan conectados, tan perdidos el uno en el otro, que el tiempo parecía detenerse a nuestro alrededor.

 

- James... - gemía, retorciéndose de placer bajo mis caricias.

 

Dios, cómo había extrañado escucharla gemir de esa manera. Seguí explorando su cuerpo con mis labios y mis manos, dejando que el deseo nos guiara. Cada beso, cada caricia, era un recordatorio de todo lo que habíamos compartido y de todo lo que aún sentíamos el uno por el otro.

 

Mis manos continuaron acariciando su piel con suavidad, mientras nuestros labios volvían a encontrarse en un beso apasionado. Nos entregamos el uno al otro sin reservas, dejando que el amor y el deseo nos consumieran por completo.

 

En ese momento, me di cuenta de que todavía la amaba. A pesar de todo lo que habíamos pasado, a pesar de las circunstancias y las decisiones equivocadas, mi amor por ella seguía intacto.

 

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Capítulo 16: Te perdí

 

Narra Ifigenia

 

Sus ojos nunca dejaron de admirarme mientras me despojaba lentamente de la ropa.

 

- No sabes cuánto tiempo he esperado para tenerte así de nuevo - sus ojos no dejaban lugar a dudas, él me deseaba tanto o incluso más de lo que yo lo deseaba a él.

 

Descendió por mi cuello con sus labios y sus manos se dirigieron hacia mi intimidad, comenzando a realizar suaves movimientos que hicieron que mi piel se erizara. Luego, su boca siguió bajando por mi vientre hasta llegar a mi monte de Venus, donde comenzó a jugar con su lengua. Sentí cómo recorría todo mi clítoris, y poco a poco me dejé llevar hasta alcanzar el clímax, como si fuera la primera vez.

 

- ¿Te gusta? - preguntó separándose por un momento.

 

- Sigue, lo necesito - jadeé, sintiendo cómo el placer me invadía y me transportaba.

 

Se levantó y se deshizo de sus pantalones, revelando una erección que crecía cada vez más. En un instante, se introdujo en mí de una sola embestida, recordándome lo que había olvidado.

 

- Te amo, te amo - comenzó a decir mientras se movía dentro de mí una y otra vez.

 

Grité de placer cuando se unió a mí por última vez, alcanzando el clímax al unísono. Observé cómo nuestras manos y cuerpos encajaban a la perfección, y él dejó un beso en mi frente antes de acostarse a mi lado.

 

Me abrazó y volví a sentirme pequeña y protegida en sus brazos.

 

- Ifigenia, mi niña, cuánto te extrañé, cuánto te amo - dijo mientras me miraba a los ojos.

 

Permanecimos abrazados durante cinco minutos que se sintieron bien, como si mi vida fuera perfecta. Pero luego las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas cuando recordé que él se casaría con otra. Lloré como una niña a la que le quitan lo que más ama.

 

- Nena, ¿por qué lloras? - preguntó mientras limpiaba mis lágrimas.

 

- James, ¿te casarás con ella? ¿Te casarás? - dije mientras las lágrimas seguían cayendo.

 

El silencio se hizo eterno mientras esperaba su respuesta, pero él no respondía.

 

- ¡Contéstame, por favor! ¿Te casarás? - exclamé mientras mi corazón latía a mil por hora.

 

- Ifigenia, yo te amo. Pero ya le hice una promesa a esa mujer, la quiero y aprenderé a estar con ella, aunque al principio tenga que imaginarme que eres tú - soltó con dolor en su voz.

 

Me levanté rápidamente de la cama y me vestí apresuradamente. Ya no tenía nada más que hacer allí, me di por vencida. Te perdí. Aunque me duela, sé que estás con otra.

 

- ¿No te vayas? - dijo mientras intentaba detenerme tomándome del brazo.

 

- No tengo nada más que hacer aquí, te perdí. Al menos me voy con la certeza de que lo intenté - dije mientras caminaba hacia la puerta.

 

- Adiós - dije mirando hacia donde él se encontraba.

 

- Adiós, Ifigenia - dijo él sin detenerme.

 

Al salir de la casa, me detuve un momento con la esperanza de que él corriera tras de mí, pero no sucedió. Tomé un taxi y regresé al aeropuerto, afortunadamente James había dejado un piloto para que me llevara de vuelta a París. Cuando llegué a casa, fui directamente a mi habitación.

 

30 de junio (Día de su boda)

 

Aquí estoy, son las 2 de la tarde y falta una hora para la boda de James. Mis maletas ya están hechas, me voy de vacaciones por un tiempo para sanar las heridas y regresar, para continuar con mis estudios y mis sueños.

 

Ya he sacado todo de la casa y tomé un taxi. El tráfico es pésimo, pero el taxista toma un atajo y, para mi mala suerte, nos detenemos frente a una iglesia donde una hermosa novia espera para entrar. Y para aumentar mi mala suerte, esa novia es ella, la mujer que está a punto de casarse con James.

 

En ese momento, mi mente se detiene y comienzo a sentir mareos. Mi corazón me dice que entre, que no me vaya sin intentarlo una última vez.

 

Abro la puerta del taxi y le digo al conductor que espere. Entro corriendo a la iglesia.

 

- Yo me opongo - suelto de mi boca mientras caigo de rodillas frente a todas esas personas desconocidas, con los hermosos ojos de James clavados en mí.

 

- Ifigenia - dice él acercándose a mí.

 

Me levanto lo más rápido que puedo para irme de allí.

 

Narra James

 

La veo salir por esa puerta con todas las ganas de correr tras ella, pero no puedo hacerlo. No puedo lastimar a la mujer que me espera en el altar, la mujer que me ha ayudado tanto.

 

Me doy la vuelta y todos los invitados esperan una reacción o alguna palabra de mi parte. Camino hacia el altar con el deseo de hablar con Rose y explicarle todo.

 

- Rose, lo siento. No quería que esto sucediera, pero no te preocupes, todo sigue en pie. Nuestro matrimonio, tú y yo seremos muy felices juntos. Sacerdote, continúe - digo con el mayor dolor en mi alma.

 

- No, no lo haga - dice Rose, sorprendiendo a todos, incluyéndome a mí.

 

- James, te amo como nunca he amado a nadie en mi vida. Te conocí en un momento en el que ambos queríamos superar todo y ser felices, pero tu felicidad no está conmigo, está con ella. Por mucho que te ame y por mucho que tú digas amarme, nunca me amarás ni me verás como la miras a ella. Así que corre, no la dejes ir, tráela aquí y cásate con ella, porque ella es tu felicidad. Te enamoraste de tu alumna y eso es real.

 

- Gracias - digo mientras la abrazo y le doy un beso en la frente.

 

Salgo por la puerta de la iglesia y tomo mi moto. Voy en busca de ella, a su casa, esperando encontrarla y decirle cuánto la amo.