Tengo al lado de mi casa un “árbol de los rundunes”
que ni sé cómo se llama lo que pensé que era un tala.
Sus flores son deslucidas y no suelen advertirse
pero no opinan lo mismo los rundunes que las rondan.
Rundunes o colibríes, o picaflores si quieres,
son de distintos colores y diferentes tamaños,
algunos con colas largas y les dicen tijeretas
otros menos distinguidos, pero con picos más largos.
Que es un milagro el mirar como el aire los sostiene
mientras cortejan las flores sin que se vean sus alas.
Y este árbol en mi casa lo tengo justito al lado
y a su sombra, o a la sombra del techado,
yo veo esa maravilla sentado en mi mecedora.
Son tantas las variedades que me sigo sorprendiendo
y agradezco por las tardes este regalo en mi vida.
Y no sé si he sido claro para que ustedes se admiren,
pero créanme, amigos, que querrían tener cerca
a todos esos colores y a mi “árbol de los rundunes”.