Senectud
No sé quién dijo aquello
¡qué bella es la ancianidad!
ni de dónde recibió el destello
para tamaña barbaridad.
Tras pasar tiempo trajinando
para tener prosperidad
se llega a viejo apurando
la vida por necesidad.
Se empieza por un achaque,
luego, dolores y mareos,
ya no hay quien aplaque
los siguiente y repetidos goteos.
Se desgastan los huesos,
la carne se vuelve fofa,
se ablandan los sesos
ya canta la última estrofa.
Aunque se coma muy sano
se asee con pulcritud
no hay cuerpo humano
que le guste la senectud.
Antonio Reina Moreno 28/08/2017