Así le digo yo al mundo:
la muerte guiará a la patria hasta la victoria.
Habrá alegres veladas de hombres y mujeres abrazando despojos humanos
elevando monumentos a las piras de cadáveres.
Oraciones , discursos y versos valdrán más que las vidas humanas.
Extrañas palabras vertidas por un verdadero Dios engendrado con inteligencia artificial,
serán transmitidas por los ángeles a los oídos de periodistas y políticos explicando sus algoritmos.
Generales capitanes sin brazos, ni ojos, ordenarán a que sigan ciegamente con fe su ejemplo y el de los que han muerto.
Conforme las ciudades, los bosques, la gente desaparezca entre las llamas,
más se amará todo aquello que solo son cenizas
No habrá ni un solo hombre ni mujer que no esté dispuesta a seguir perdiendo más,
con tal de que su nombre aparezca escrito en una lápida negra, o le vean caminar con una sola pierna.
Por eso serán lapidados incluso los perros que huyan ante un bombardeo.
Se producirá a las doce y cuarto el somnoliento desembarco en una playa perdida, donde los pulpos tirarán de los brazos hacia la fosa común de miles de seres , mientras tiene lugar un sueño rosa de un niño que lee la historia de su país, y aborrece el cuerpo desnudo de una mujer.
Entonces en esa hora milagrosa, llegará un cometa que arrastrará en su cola todas las almas hacia la puerta de los cielos que habrá abierto San Pedro para ellos.
En la celda de las doradas medallas que caben en un puño, quedará el brillo de las vidas de los héroes fundidas en metal lleno de polvo en algún cajón, forjando nuevos sueños rosas
Los ángeles cegados de alegría retornarán enloquecidos a sus bases del cielo a celebrarlo con champán junto los muertos.
Ángel Blasco.