jvnavarro
A CAMPO ABIERTO
No malgastaré tu nombre en vano Bukowski;
no me iré por las aristas de un paraíso
que se consume en un vaso de whisky.
No seré la polilla esa que liba
néctares prohibidos en las autopistas;
ni seré en una rotonda
el árbol más grande cargado de carbonilla.
No seré de los mares el quejido permanente
de quienes buscan,
con la claridad de una linterna que alumbra
la salvación de sus espíritus,
en el fondo abismal conviviendo con el pez víbora.
No seré una estantería de libros,
pendiente de que alguien pase por ella una bayeta
que limpie el polvo de las páginas
no leídas nunca en la vida;
ni en la habitación de un hotel
seré quien anime al letrero luminoso
que de color inunda un alma perdida
a que se apague y se funda
en un gran lago de caricias.
Por no ser no quiero abrir un día la puerta
y ver en la nevera congelada una poesía,
no quiero armado de pericia
componer un verso
que corra el muerto de risa,
y si me animo a seguir y si en algo
me valgo de valor es que me atiza
un calor infernal,
que nace allí donde el corazón
se sale de sus casillas
y corre por el cuerpo buscando una salida
a esa sensación de ahogo
de quien comenzó con Bukowski
y casi ya él a la deriva,
se encuentra en el puerto
donde iba a descargar la pesquera de su vida
ya cerrado
y en la cantina un cuadro de Neptuno con tridente
encima de una colina.
¡No lo hagas! es la extraña melodía,
que vaga de barra en barra, entre tragos y suspiros.
Por allí tristes poemas desparramados
entre la hojarasca
que al barrerse gritan: ¡Viva la poesía!