Dame, sin miedo, tu mano,
que te la pido sincero,
para encontrar las caricias
y ese candor de tus dedos.
Mira el correr de las nubes
y las gaviotas del puerto,
danzan siguiendo a la brisa
y a los acordes del viento.
Demos, despacio, una vuelta
por el jardín y paseo
que nos conduce a la barra
en este día de invierno.
Sopla muy fuerte el oeste
con su rugido tan fiero,
pero tu mano, en mi mano,
suple temores y miedos.
Vamos a ver a las olas
con su grandioso embeleso,
que nos cautiva y atrapa
en el mejor de los sueños.
Sueños de niños, ya adultos,
y de mayores con versos,
que van formando las letras
en sus pupilas con besos.
\"Dame, sin miedo, tu mano,
y hasta la barra bajemos,
para calmar, sin palabras,
dos corazones sedientos\"
Rafael Sánchez Ortega ©
23/02/24