El dulzor suicida
de la gramática del ojo
recuerdos besados
por el insomnio,
paraísos muertos
que le dieron a la noche
el hedor de un ojo de caballo
al temblar contra una rama de helada cortesía.
solo quise contar lluvias
entre los trenes
de un viejo hospital
hasta que madrugó la ceniza
entre gardenias con los pies torcidos de la orina,
hoy el cielo nace con la lejanía de la espuma,
silbido mortal de la verdad
cuando te ha alcanzado tu destino.
la afónica sonrisa
en el calculado lenocinio
de los ángeles caídos,
bífida explosión de la sierpe ambidiestra
y su demora en un silencio
del que nunca quisiste ser testigo,
la quimera celeste
de arrojados escenarios
que nos desarropan
cada madrugada
muy al sur de la hora gélida
en el lenguaje del frío,
aunque mi duermevela enojado
siga durmiendo contigo
cuando ladren las heces de la luna
sobre mis ensoñaciones sin lengua
redondez hasta el extrañamiento,
no habrá azahar por mas tiempo
a ti debido.