Hay mujeres tan perfectas
que les cruje su interior
de tanta falsedad
y hacen oídos sordos
a su vida peculiar,
imaginan su mundo
de seda y algodón
o vaya usted a saber.
Mujeres fascinantes
de rostro sin igual,
maquillan su exterior
y lucen su glamour,
encienden las miradas
y nadie entiende nada.
Contemplando tal belleza
adorarlas es lo justo
y desearlas que es un gusto;
morir por ellas babeando
al caer en el hechizo,
pero son de mentira,
de un papel mojado,
es todo superficial
pero lloran si es preciso.
Descansando en la noche
se ausentan con sigilo
de su mundo irreal
y duermen como personas
a pata suelta sin pudor
y algún pedo que se escapa
de lo más real.
Silenciosa armonía
dedicada a sus admiradores
con todo su glamour.