José Ángel Pineda

En las noches de amantes

En las noches de amantes

Las estrellas brillantes iluminan auroras,

las evocaciones se guardaban silentes,

en la memoria de la piel

de los cuerpos, del alma,

con una impresionante serenidad.

 

En las noches de amantes

Emerge de las sombras

como una música atávica,

la mirada…

el profundo abismo obscuro,

el ojo que fija corazones,

la caricia…

La convección, el fuego y su fluidez,

los mares y sus olas,

la delicia…

 

En las noches de amantes

La sinuosa montaña palpitante,

transmitiendo percusiones

excitantes…

¡sacúdanse los vientos en las estepas,

sin espera, que la fuente arde…!

 

En las noches de amantes

La presencia anónima, sin entrada, sin salida,

como acariciando los círculos interminables,

al son de los tímpanos.

 

En las noches de amantes

Las membranas resuenan

en la ósmosis de los dedos que inquietan,

y sabios..., entreabren las ventanas y las puertas,

las hendijas de los sueños,

el hábitat profundo de los seres.

 

En las noches de amantes

La cueva del hechizo de pasiones sin límites

rítmicos…

Las emociones danzan sobre huellas

misteriosas y mágicas.

Los suspiros…

lo inconcluso…

siempre queda pendiendo

en el dintel de la calma.