De caramelo, diez besos,
dos caricias de aguamiel,
cuatro libras de deseo
untadas sobre la piel.
El roce de veinte dedos,
bañados en moscatel,
sabor de azúcar moreno,
ni gota de sensatez.
Bien dulces nos fundiremos
entre delirio y placer.
Àngels de la Torre Vidal