¿Quién se precia de sabiondo, quién se precia de principios?
¿Y quién con sus actitudes camina contraprincipios?
¡Ah malvada vanagloria que te llenas de arrogancia!
La soberbia vanidosa siempre mora en abundancia
en los seres que no miran por su terca intolerancia,
pues la cargan casi siempre con reflejos de ignorancia.
En política, señores: ¡Cómo miran eso a diario
en palabras, en discursos o un nefasto comentario!
Todas esas actitudes se convierten en los ripios
de una pobre boca que habla: sin tacto, tino y sustancia
por la falta de principios e irrespeto a su «ideario».