Malditos vicios que matan, que tienen nombre y apellido,
esos vicios que destruyen el alma,
droga maldita droga que solo arruina el corazón,
sábado de éxtasis y domingo de ansiedad y abstinencia,
nicotina que devora la mente con mentiras.
Siempre cayendo en la misma basura,
mendigando de esquina en esquina un poco de atención,
pagando por besos y abrazos vacios, palabras disfrazadas de bonitas ilusiones y terminaron siendo nefastas.
Rehabilitación que no sirve de nada, droga que siempre vuelve a deteriorar la fortaleza del espíritu, regresa para burlarse de la buena voluntad, de la sinceridad y la pureza, alterando la percepción de lo bonito de la vida y consumiendo lentamente la felicidad de quien prueba la adicción de su aroma, de esa droga mortal como exquisita que solo dan problemas y dificultades.
Llanto que parece nunca acabar, encerrando en oscuridad que parece jamás llegar la luz, con dolor de ese que jamás parece curar, heridas que parecen jamás se van a cerrar, droga maldita droga que lastima y no deja salir, quema y envenena y hace perder la razón sin más no poder volver a existir.