“¿Por qué?” Preguntaste.
“No lo sé” Respondí.
Es tu personalidad, tu manera de hacerme reír.
Tu apoyo, las noches en las que me haces saber tu sentir.
Tu tiempo, tu cara (de la que haber sido capaz de ver me gusta presumir).
En ese momento lo sabía, por eso y más me gustas.
Pero temía ya no hablar contigo jamás.