Recuerdo primeros balbuceos con mi lengua materna, insultando y maldiciendo jergas.
Recuerdo los primeros paseos robando bote, con 3 años navegando a mar abierto floté.
Mentira, era en una piscina con cucarachas marinas.
Preocupando a mis padres con búsqueda exhaustiva.
Ahora estoy a la deriva, pero en una tarima con mi herencia biológica haciendo música clandestina.
Buscando inspiración en cada esquina,
en cada rostro, en cada historia vivida.
Mi persona no es adivina pero adoctrina
con la bocina, cómo un atleta consumiendo proteínas escribiendo tomo mis vitaminas
y las toxinas resbalando cómo cocaína.
Mi desorden es para las masas
que engrasan saturadas creencias,
rituales vacíos conductores de la decadencia humana.
Mis hermanas, contagiadas de la inercia,
los compromisos sociales deberían ser parciales, racionales e intelectuales, referentes sin falencia.
Madurez artística reflejada en mi carrera,
fueron varias décadas pa aferrarme a mí era.
Ilustre primavera que lidera y opera mi ópera.
Música ancestral, teatral, arbitral, magistral,
espectral, real y universal carnal.
Culpable sí por desorden craneal.