La mano de un duende te toca en la noche,
cuando más te has ido,
cuando más te pierdes
allá en los confines del mundo infinito.
Un duende te asalta como enamorado,
más siempre escondido,
más siempre callado,
para no espantarte del sueño infinito.
La mano del duende te pasa rozando
¡Habrá sido el frío!
¡Habrá sido tiempo!
que quiere mostrarte qué es el infinito.
El duende te cuida cuando estás dormida,
te cuida en sigilo,
te vela el desvelo
y cuando te despiertas el duende se ha ido.