Hay espacios que no son habitables,
aunque se adhieran a tu ser,
espacios sombríos y húmedos,
donde sobresalen esqueletos,
que clavan su cavidad orbitaria,
en tu mente y tus pensamientos,
como alejándote de tu cuerpo,
aunque el alma siga en él.
Son espacios lúgubres,
que se pasean lentamente por tu cuerpo,
y se imantan a tus huesos,
despojándote de la respiración,
y te atan con una cadena y una cruz,
pulida de tristezas
Espacios que se lían a los recuerdos,
mientras tu boca se sella,
y la mirada se pierde en el vacío,
en complicidad con los despojos,
que brotan entre imágenes y esquelas,
como pequeñas porciones de vida
que no se consiguen olvidar.