Como el maestro alfarero que forma,
Con sus manos el barro en bella arte,
Déjame transformar de ti cada parte,
Sin tener en cuenta leyes; ni norma.
Y cual contorno de tu bella y sensual
Silueta, cubierta de oro su coraza,
Deja que mi mano encienda la brasa,
Que con pasión moldea, tu cuerpo mortal.
Y en esta dicha plena de encontrarte,
Descubierta a la brisa que retoza,
Sobre tus brazos donde el placer goza
Y el beso inquieto; muere por besarte.