Andiuz

La gracia del duende

El otoño atardecía

en el mes de septiembre

y en mi cuaderno yo escribía

el mismo canto de siempre.

Mis palabras eran poesía

que soñaba con diciembre,

un diciembre de melancolía

adornado de música y de nieve.

Qué suerte y qué armonía

el encanto y la gracia del duende:

poder soñar cuando es de día

y poder danzar cuando se duerme.