Las cenizas danzan en el aire.
Cada brisa es un suspiro de ayer que las sopla,
hasta hacerlas llegar al infinito cielo.
Allí, en su soledad, no saben si llorar o reír,
si estar boyantes o nefastas.
Con ellas guardé el traje, de un cariño temprano,
tejido con hilos de intenso placer,
hasta que fue enlodado
por un inicuo tiempo amante´ del adiós
que sin piedad lo volvió puro polvo
Hoy, mi mente envejecida,
recordô la voz emocionada del subconciente,
enemiga acérrima del olvido,
cuando en un erótico susurro dijo:
“Te abrazo en mi corazón.”
Fue el fastuoso hechizo
que por largo tiempo cautivó mi alma.
Palabras de amor que lejos se fueron
y han vuelto cuando ya, para yo amar de nuevo,
es demasiado tarde su regreso.
Amelia Suárez Oquendo
01/03/2024